Bajo esta premisa y desde la Asociación “Ángeles Unidos por un Cambio y Amor por la Vida” Ana Rodríguez prevé fortalecer las acciones de prevención de adicciones entendiendo que ello podría evitar hechos de violencia. “Hay instituciones, pero no se trabaja”, aseguró. El dolor de la pérdida de su hijo se transformó en amor y en acciones concretas de asesoramiento a familiares de víctimas.
Actualmente es vice presidenta de la Junta Vecinal del barrio Winter y cuenta con una larga trayectoria como vecinalista. Preside la Asociación “Ángeles Unidos por un Cambio y Amor por la Vida” que tiene por objetivo asesorar y acompañar a familiares de víctimas. El 13 de marzo de 2016 su vida cambió para siempre ante el asesinato de su hijo Simón (23) y desde entonces se abocó a reclamar Justicia. Pretende iniciar, desde la Asociación, un intenso trabajo en prevención de adicciones entendiendo que ello podría evitar hechos violentos. Ella es Ana Rodríguez quien en esta entrevista con La Portada repasa su labor social en las Juntas Vecinales de los barrios Don Bosco y Winter, la dolorosa pérdida de su hijo y la necesidad de brindar ayuda a quienes atraviesan por una situación similar.
La Portada: ¿Cómo y cuándo inició su trabajo como vecinalista?
Ana Rodríguez: Mi trabajo vecinal comenzó en aquellos años difíciles (2001) cuando estaban los comedores. Yo era una de las madres que realizaba el almuerzo a los vecinos del barrio Don Bosco. Así surgió la propuesta de parte de los vecinos de ser la presidenta del barrio a pesar de vivir, en ese momento, en el barrio Sudelco. Me presenté como vice presidenta y al renunciar el presidente asumí yo. Pasaron los años de mandato y me presenté luego como presidenta. Después de haber sido vecinalista allí en el barrio Don Bosco – con cuyos vecinos tenía una excelente relación que aún mantengo – fui presidenta del barrio Winter. Esa fue una elección muy difícil y con algunos problemas que surgieron ese mismo día que cerraba la presentación de Listas. En 2016 yo estaba pasando por una situación horrible le pido a un vecino que se presente como presidente para acompañarlo desde la vice presidencia.
L.P: ¿Qué es lo más complejo del trabajo con los vecinos?
A.R: Si uno tiene la amabilidad de tener una buena comunicación con el vecino no es tan difícil. Uno debe brindarse muy completo. La comunicación debe estar basada en la sinceridad y en la escucha. Eso hace que te abren las puertas de sus casas. Siempre fui muy bien recibida en casa de los vecinos. El vecino te brinda su confianza y uno debe saber cuidarla.
- P: ¿Lo complejo sería, entonces, gestionar ante las autoridades?
A.R: Cuando uno comienza a ser vecinalista nadie te dice a qué puertas tenes que golpear. Al principio todo era muy nuevo y no sabía con quién debía hablar. Con los años uno se pone más sabia en relación a las gestiones o pedidos de alimentos, artefactos para el hogar o inclusión de vecinos en listados de viviendas. También tuve que estar detrás de algún político para que se le diera al vecino un puesto de trabajo. He gestionado muchas cosas y el vecino que recibió algo de mi parte siempre me lo agradece.
L.P: ¿La lucha cambió para centrarse en el reclamo de Justicia luego de la muerte de tu hijo?
A.R: Esa es una lucha diferente. Se dio este cambio inesperado en mi vida desgraciadamente. Fue muy difícil porque no creía por lo que me tocaba vivir. Empecé a recorrer los pasillos de Tribunales donde tuve el respeto hacia mi persona cuando supieron quién era y el trabajo social que había hecho. Tengo que destacar y agradecer, también, el acompañamiento de los medios de comunicación.
L.P: ¿Cómo se encuentra la causa actualmente?
A.R: La condena ya está firme. Después de haber terminado el juicio la condena fue de 13 años. A mí eso no me conformó y pedí explicaciones. Hay que estar presente casi todos los días (en Tribunales) para recordarles que uno está interesada en tener una respuesta. Hay que colaborar, brindarles información y eso fue lo que hice. Tras la apelación del juicio la condena fue de 9 años. Algunos jueces me generaban desconfianza por eso no me sorprendió. Sentí que había luchado en vano, pero me conformé. En la audiencia de apelación se dijo que el juicio había sido mediático, que yo era una persona muy pública y que hacia marchas. Para mí eso no debería tener importancia en una apelación. Di esa lucha y la sigo dando porque me empecé a involucrar con esto de asesorar y ayudar a otras familias que pasan por lo mismo que yo pasé.
L.P: ¿Este trabajo lo realiza a través de una Asociación?
A.R: Si, la Asociación se llama Ángeles Unidos por un Cambio y Amor por la Vida. Durante las marchas por mi hijo me puse en contacto con otras personas. Luego viajé a Rawson para ver si se podía comenzar a trabajar en prevención. Los vecinalistas sabemos de estas problemáticas, queremos encontrar soluciones, pero también sabemos que si no tenemos el apoyo del gobierno de turno no se puede encontrar soluciones.
L.P: ¿Qué mensaje le dejaría a otra persona que atraviesa por el dolor de la pérdida de un ser querido?
A.R: A la persona que pasa por una situación similar a la mía le diría que haga lo que su familiar hubiera querido que hiciera. Mi hijo siempre pedía ayuda social para algún compañero y él sabía que yo luchaba por los que menos tenían. Si me quedaba llorando entre las cuatro paredes de mi habitación Simón iba a estar enojado conmigo por no reclamar Justicia. Hay que transformar el odio en amor. Desde la Asociación, una vez que tengamos la Personería Jurídica, comenzaríamos a trabajar en la prevención de adicciones. Hay que luchar por los jóvenes porque muchos casos se pueden prevenir. Yo creo que hoy no se está haciendo nada. Hay instituciones, pero no se trabaja. Hay que salir de detrás del escritorio.