Una firma es, en determinados casos, un trámite administrativo. Expresarse en algún sentido es también parte de lo que se considera “políticamente correcto”, pero eso no significa que se entienda el real alcance del problema o que se sienta verdadera empatía por quienes deben afrontarlo.

Esto es lo que se vio, el pasado lunes, en el Honorable Concejo Deliberante cuando los ediles en el marco de una sesión especial brindaron su apoyo al reclamo de los trabajadores del Estado provincial (activos y pasivos) que perciben sus salarios en forma escalonada y no cuentan con su Obra Social.

Estaba previsto que, más allá del texto que se redactó, corrigió y finalmente se aprobó por unanimidad, los ediles tuvieran la ocasión de expresarse ante los vecinos. Los concejales no sólo no pudieron decir aquello que pensaban sobre un problema que afecta, de una u otra forma, a toda la comunidad sino que además no se incluyó una sugerencia.

La misma tenía relación con la inclusión de un artículo en el que se rechazara la criminalización de la protesta social. La premura por dar por finalizada la sesión, por parte de la presidencia del cuerpo legislativo, no permitió escuchar las voces de los concejales ni tomarse algunos minutos para solidarizarse con quienes luchan por los derechos de los trabajadores y son detenidos tal como ocurriera la semana pasada con dirigentes sindicales en Comodoro Rivadavia.

Es claro que algunos concejales, especialmente desde las bancadas de la oposición, tenían mucho por decir y aportar con el objetivo de fortalecer las expresiones de solidaridad del Concejo Deliberante para con los trabajadores. Pero esto no les fue permitido.

El apoyo brindando, con la aprobación del proyecto de declaración, quedó a medio camino y así lo comprendieron los dirigentes sindicales presentes en la sesión.

La reflexión que queda por hacer es: la empatía no se traduce en una firma, sino en la verdadera comprensión de lo que sucede y su impacto en la economía local. El apoyo sincero a quienes no perciben sus salarios va más allá de lo “políticamente correcto”. Ponerse en el lugar de otros es un ejercicio complejo, pero que debiera ser practicado por quienes fueron elegidos para representar a los vecinos.