Un mundo entre cuerdas

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Alun Lloyd descubrió su amor por la música con apenas 11 años, siendo un purrete. En medio de un recital de Morrissey comprendió que su mundo era de la mano de una guitarra. En casi veinte años de trayectoria, integró distintas bandas y se codeó con grandes exponentes como Máximo Pujol. La docencia, otra gran pasión.

Cada  10 de marzo se celebra en Argentina el “Día del Guitarrista”. La fecha recuerda a un ícono criollo del rock y el blues, Norberto Aníbal Napolitano, más conocido como “Pappo”. Fundó grupos emblemáticos como Riff. Su vida se apagó en un trágico accidente automovilístico, hace 17 años en la Provincia de Buenos Aires.

A Esquel (y a la región cordillerana también) los artistas se le caen de los bolsillos. Hay muchos y buenos dentro del circuito local. Pero la realidad es que a veces no son reconocidos en su justa medida. Folclore, rock, blues, jazz, punk, cumbia, etc. Hay representantes para todos los paladares.

Diario La Portada habló con Alun Lloyd, uno de esos maestros de la guitarra en la ciudad que hace largos años trabaja (en silencio) y apuesta por la formación de nuevos cuadros.  Los comienzos en la música, grupos que integró, un recital que lo marcó en plena adolescencia y la docencia como motor, los ejes de la charla. 

Su pasión por el instrumento de cuerdas se gesta de muy chico. “A los 11 años”, enfatiza con precisión. En su casa siempre había una guitarra dando vueltas. “Mi madre (Teresa) por ahí tocaba y fue una de las primeras personas en hacerme dar cuenta que eso me gustaba”, describe.

Otros de los responsables de este “affaire” con la guitarra, cuenta, fue el docente Ceferino Torres en la Escuela Ex Normal, que tenía un taller a su cargo. “Eso era en el año 93. Ahí arranqué con esta historia”, dice y agrega que en ese entonces su banda favorita era “The Beatles”.           

“Winchester” de Chachi Gómez y Omar Yagüe es uno de los grupos locales que recuerda de los noventa. “Junto a un compañero de la Escuela empezamos a tomar clases con ellos. Una vez nos permitieron ser coro arriba de un escenario mientras tocaban The Wall de Pink Floyd”, rememora con una sonrisa.  

Destaca que en el 95 empieza a formarse una movida musical interesante. Acá menciona a Damián Duflós, el hoy secretario de Cultura del municipio, como un referente de aquel grupo. “Recuerdo un festival grande que se hizo por aquellos años. Ahí empecé a hacerme la idea en mi cabeza de que eso era lo mío”, indica.  

Reconoce que al terminar el secundario giraban en la cabeza dudas sobre su futuro y si realmente la música le permitiría ganarse el pan de cada día.  A los 18 años se muda a Buenos Aires para arrancar una carrera universitaria. Periodismo, la opción. “Un día dije esto no es lo mío, no quiero seguir”, aclara.  

Un recital de Morrissey al que asistió de casualidad fue revelador. “Al regresar a mi casa se me despejaron las dudas. Dije, esto va por acá. Al poco tiempo me preparé para entrar al Conservatorio”, explica y rescata que durante su formación tuvo la suerte de ser alumno de Máximo Pujol, uno de los más importantes guitarristas argentinos y una eminencia mundial.   

Un país de gran potencial

En otro pasaje de la entrevista concedida a este medio, subraya que la Argentina es un país “súper guitarrístico” y que de norte a sur conviven grandes artistas, con más o menos reconocimiento popular. “No sé si hay otros lugares en el mundo con tanto arraigo de un instrumento. Acá el nivel es muy bueno”, acentúa.

No duda al señalar que en Esquel y la región cordillerana sobra potencial. “Hay muchísima gente que toca bien y está formada realmente”, enfatiza. No quiso dar nombres para no caer en el injusto olvido de alguno. A modo de reflexión, entiende que quizás faltan espacios donde “la música no ocupe un lugar de entretenimiento”.

“Me da la sensación que las cosas que funcionan y los ámbitos al que asiste masivamente la gente están relacionados con la música en un rol de entretenimiento como peñas o bares. Tal vez faltan sitios donde pueda explorarse un poco más y donde se haga foco en música más alternativa”, manifiesta.

Docencia

Habla de la docencia y se le llena la voz. Lloyd da clases en el Instituto 818 de arte que funciona en el edificio de la Escuela 24 en el turno vespertino. “Estoy trabajando ahí desde el 2014. Apuesto fuerte a la formación”, asegura y precisa que en el establecimiento educativo “tenemos alrededor de 150 personas en la parte de guitarra”.

En virtud de la amplia matrícula en el 818, sostiene que hay una demanda palpable en la población y que el marcado interés sobre todo de los jóvenes no es una mera casualidad. “Hace ocho años que vienen abriéndose los primeros años y siempre rebalsa de estudiantes”, dice entusiasmado.

Por último, recuerda que en paralelo ofrece clases particulares de guitarra. “La docencia me encanta. Es como un segundo oficio. Es algo que me apasiona. Enseñar de forma privada da otras libertades. Uno no tiene un programa estructurado en la mano. Así se puede buscar un perfil propio”, completa.