El pasado fin de semana los residentes de Esquel y Trevelin, por el contacto cotidiano con los vecinos del Pueblo del Molino, debieron atravesar largas horas de incertidumbre ante la noticia de posibles nuevos casos de COVID-19 en la ciudad ligados al sistema de salud público y privado.

Las autoridades municipales y sanitarias en la jornada del sábado solicitaron a la comunidad suspender las reuniones previstas para el fin de semana y reforzar las medidas de distanciamiento social. El objetivo siempre fue prevenir y analizar nuevas medidas respecto de retornar a las restricciones de semanas anteriores. Sin embargo – y como era de esperarse- se decidió aguardar los resultados definitivos de esos casos en estudio.

El día domingo, en conferencia de prensa, se informó que dichos casos resultaron negativos. El intendente Sergio Ongarato, de hecho, calificó a la situación vivida como un “susto” y recordó la vulnerabilidad del sistema de salud por lo que recomendó fortalecer las medidas de prevención ante esta enfermedad que ya se cobró miles de vida en todo el planeta.

Durante cinco meses Esquel atravesó la pandemia con cierto “privilegio” porque no se registraron casos positivos, pero eso ya es parte del pasado. La nueva realidad nos obliga a cumplir con todas las medidas de prevención que las autoridades de salud recomiendan en forma constante y desde los diversos medios de comunicación.

La sociedad esquelense debiera, además, considerar a las fuentes oficiales como realmente fidedignas y no aceptar y mucho menos hacer circular trascendidos que surgen desde los grupos de WhatsApp o desde las Redes Sociales donde es muy complejo encontrar origen o certeza de la información.

La ansiedad es comprensible, pero la sensibilidad y la empatía deben ser superiores en todo momento y especialmente en estas circunstancias. Exponer a nuestros vecinos – quienes ya estaban padeciendo una gran incertidumbre por no saber si padecían o no la enfermedad- nos obliga como mínimo a interpelarnos si como sociedad somos realmente solidarios y empáticos. La enfermedad no discrimina y por ende todos estamos expuestos.

Que el “susto” nos enseñe sobre la importancia de continuar observando el distanciamiento social, usar el barbijo, no compartir el mate y no saludarse con el codo (nueva recomendación de la Organización Mundial de la Salud).

A todos se nos estruja el corazón por no poder abrazar o dar un beso a las personas que apreciamos, pero eso también se debe evitar en estos momentos. Cuidarnos es obligación social. Superar la pandemia depende de cada uno de nosotros.