Un salario de 286.000 pesos promedio parece, en los tiempos que corren y por decir lo menos, una verdadera utopía. Sin embargo existe un grupo privilegiado en nuestro país que lo recibe: los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Y aunque pueda parecer curioso el dato surgió a pocas horas de finalizada una masiva marcha en contra de las políticas de ajuste que aplica el Gobierno Nacional – con el correlato en cada provincia que le responde – quizás para evidenciar aún más la enorme diferencia que existe entre los Jueces y los “simples mortales” que cobran un salario que no alcanza a cubrir los valores de la Canasta Básica Alimentaria. Y que, además, deben soportar constantes incrementos de tarifas (luz, gas, transporte, telefonía, monotributo, medicina prepaga, etc.) que cada vez se hacen más difíciles de pagar.
Pero allí no terminan las diferencias porque los “simples mortales” deben (debemos) pagar Ingresos Brutos, Monotributo y cuanto impuesto al trabajo ande por allí suelto. Los Jueces, por su parte, no pagan Impuesto a las Ganancias lo cual los ubica en otro plano donde la igualdad no es parte de la discusión.
La brecha entre ellos y nosotros es abismal y resulta obscena también para quienes, en los últimos años, perdieron su fuente de ingresos y no logran reinsertarse en el mercado laboral. Para ejemplo aquí dejamos tres: Ricardo Lorenzatti titular del Tribunal cobra 337.989 pesos brutos, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, perciben 330.763 y 309.087 pesos brutos respectivamente.
¿Y si pudiera encontrarse una alternativa que no nos dejara pensando en la “injusticia” que rodea a la Justicia? Esa misma justicia que llega, casi siempre, tarde o que no se condice con la realidad porque los tiempos cambiaron y la sociedad ya no es la misma.
Los sueldos de los integrantes de la Corte Suprema generan desconcierto e impotencia especialmente si se tiene en cuenta que el Gobierno Nacional propone un incremento salarial del 15 por ciento que, lógicamente, no alcanzará a cubrir los índices de inflación previstos para los próximos meses. También nos hacen pensar “¿por qué algunos tanto y otros tan poco?”.