Una carta con distintos platos, cerveza artesanal de la zona, música y buena atención, son parte de los atributos que caracterizan a “Café Amancay”. Una alternativa nueva en pleno corazón de la ciudad.    

Oscar Galián, propietario del Centro Óptico y Contactológico Amancay, es un joven empresario inquieto. Curioso y seguro. Si bien su mundo son los lentes, cristales y la visión, hoy encontró un nuevo desafío: el café y restaurante de 25 de Mayo, pegado a su negocio de siempre, aquel que gestó gracias al apoyo incondicional de su padre.

En diálogo con diario La Portada, contó que la confitería era algo que venía imaginando hace un tiempo largo y que nace a partir de una vieja necesidad. “En la óptica teníamos clientes que venían del interior y que esperaban toda una mañana para llevarse sus anteojos. De ahí comenzamos a pensar en el servicio de café”, reveló.

Confió que no esperaba resultados tan rápidos y que el bar en pocas semanas se ha convertido en una excelente opción para aquellos que buscan comer algo rico, tomarse un buen desayuno (merienda también) o degustar una fría cerveza artesanal. El menú contempla desde carnes, pasando por pastas, hasta las clásicas pizzas y hamburguesas. Tostados, jugos y toda clase de tragos completan el amplio abanico.

Asimismo, Galián aseguró que uno de los principales secretos radica en la “buena onda” y en la calidad al momento de atender a la gente. “Buscamos que las personas se sientan cómodas”, resaltó y explicó que hay público para los distintos momentos del día. Las puertas del local permanecen abiertas hasta la madrugada, cuando se retira el último cliente.

Destacó luego el trabajo que realiza el staff, pieza clave para la consolidación de todo emprendimiento. “El equipo es muy bueno”, señaló sin dudar y dijo que cada uno de los empleados cumple su rol a la perfección siempre persiguiendo un mismo objetivo, es decir brindar la mejor atención posible.

Por último, subrayó que el “Café Amancay” tiene la suerte de funcionar en un edificio emblemático para la ciudad, el cual por muchos años fuera Casa de Esquel de don Roberto Müller. “Estoy más que agradecido con la comunidad en general porque cada una de las cosas que hacemos es bien recibida por el vecino”, completó.