La Escuela Hospitalaria N° 304, que funciona sobre calle Don Bosco en la esquina de la 200, cumplió este lunes 5 de septiembre 38 años de vida. En conversación con La Portada, varios de los integrantes de su equipo de trabajo compartieron lo que la institución representa para ellos a lo largo de su trabajo diario. No estaban todos, porque varios se encontraban recorriendo domicilios en un trabajo que los apasiona.
Susana Pérez Arteaga, la vicedirectora del establecimiento, remarca que “el equipo de trabajo que tenemos alienta a seguir adelante, es un grupo humano excelente”. La directora, Beatriz Fidalgo, por su parte, reconoce que “todavía hay quienes no conocen nuestro trabajo”. “Lo que queremos es seguir cumpliendo con el objetivo de resguardar las trayectorias escolares de los nenes que se enferman”, explica.
Hay una parte “no tan linda”, dice la directora, que es trabajar con niños y niñas que tienen alguna enfermedad, pero siempre está el costado “amoroso que es el que compartimos con la familia, nosotros ingresamos a lo más íntimo de los hogares y estamos con ellos, no solo con el alumnito sino con los papás, los hermanitos, los tíos”. “No queremos salirnos del foco que es meramente pedagógico, pero tiene una gran cuota de contención”, agrega.
“Una familia”
Néstor Poblete trabaja hace 4 años, tanto en el turno de la mañana como el de la tarde. “Básicamente vivo más en la escuela que en mi casa, encantado con la modalidad”, cuenta. El docente está “feliz de cumplir un aniversario más”.
“A la escuela la defino como una familia, nos llevamos todos súper bien, siempre estamos con un compañerismo y un clima muy ameno para el trabajo, la verdad que todos los que vienen acá se sienten a gusto”, asegura y sus compañeras y compañeros coinciden. “Por lo general siempre estamos en los domicilios de la ciudad, donde también las familias nos reciben súper bien, contentos. Nos conectamos con las escuelas base, saben cómo trabajamos”, resalta Poblete.
Judith Fuentes, docente de nivel inicial en el turno tarde, forma parte hace aproximadamente 3 años de la escuela hospitalaria. “Me encanta, es una experiencia que quería vivir. En los domicilios nos reciben muy bien, a pesar de que vamos a atender nenes que están enfermos, la recepción de ellos y de las familias es muy buena”, sostiene y apunta que ante cualquier situación inesperada que se presente cuentan con los demás docentes y el equipo directivo de la escuela.
Maestros todo terreno
María del Carmen, otra integrante del plantel docente, subraya que “trabajamos en la pediatría del hospital, recorremos las clínicas. Somos como maestros todo terreno, porque donde toca la derivación de ir a trabajar a los domicilios, está siempre nuestra disposición para hacer nuestro trabajo”. “Nos manejamos con los recursos que disponemos de la escuela, o por ahí compartimos con los compañeros, eso es parte del trabajo en equipo”, relata.
Nicole, que es la más nueva, lleva 6 meses en la institución y se desempeña en nivel inicial. “Me encanta, es un lugar súper cálido, yo siento que estoy hace demasiado tiempo, es agradable trabajar acá con los compañeros, ir a las casas. Al principio estaba nerviosa, tenía ciertas dudas, pero la verdad que es un trabajo fascinante”, afirma.
Ana Laura, por su lado, está en la coordinación de nivel secundario y es “el nexo entre la familia, la escuela de origen de los niños y la escuela hospitalaria. Recibo los pedidos de los nenes de escuela secundaria que necesitan atención en su domicilio”. “Voy a las casas, hacemos un acta acuerdo, les explico a las familias cómo vamos a trabajar y después se organiza un horario”, indica la profesora. El objetivo siempre es que la trayectoria escolar continúe lo más parecida a la que tiene el estudiante cuando puede ir a la escuela.
Karina Enciso y Alberto Sánchez se suman con la conversación empezada, porque vienen de un domicilio. Trabajan como pareja pedagógica y vienen de visitar a Simón, con quien cantaron el feliz cumpleaños a la escuela y comieron torta para festejar. Karina señala: “Cuando cada pequeñito tiene que volver al aula, lo acompañamos para que vuelva a vincularse con sus compañeros, con los docentes. Es otro eslaboncito más del trabajo diario que realizamos”.
Alberto considera que es fundamental esa labor de “acompañarlos para la reinserción”. Ir a las viviendas lleva a que en más de una ocasión sean parte de las familias. “Se forma un vínculo muy hermoso”, dice.
Actualmente, desde la Escuela Hospitalaria atienden a aproximadamente 10 alumnos y cuentan con todos los niveles y modalidades. Asimismo, hay profesores de educación especial, artes visuales y música, por lo que el recurso humano es importante y fundamental. No es menor, además, que el trabajo con cada estudiante es muy personalizado y ayuda a transitar la situación que los lleve a requerir esta atención. Para poder admitirlos, como es lógico, es necesario el certificado médico.
Ya son 38 y preparan grandes cosas para los 40, pero para eso todavía falta. ¡Que sean muchos más!