Ella es bióloga, docente en la Sede Esquel de la  Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB) y socia fundadora de la Fundación Patagónica de Equinoterapia que ayuda a niños y adultos con problemas motrices, psicológicos y de aprendizaje a mejorar su calidad de vida a través del contacto con caballos.

Ella es Susana Rizzuto quien, hace algunos años, sintió la necesidad de trabajar por su comunidad desde otro espacio. En esta entrevista con La Portada relata los comienzos de la Fundación, el trabajo que se realiza y los proyectos a futuro entre los que se cuenta la posibilidad de contar con infraestructura (baños y una sala de espera). Asegura, además, que el esfuerzo que realiza el equipo de trabajo siempre “vale” y agradece la suma de voluntades que permiten contar con diversos elementos, servicios y conocimientos en el cuidado de los caballos.

La Portada: ¿Cómo surge la idea de crear la Fundación Patagónica de Equinoterapia?

Susana Rizzuto: Surgió cuando vi a un señor que amansa caballos en la Rural. Contaba que hacia equinoterapia y tuve la oportunidad de charlar con él sobre qué era. Me contó todo lo que los caballos les pueden dar a las personas que tienen problemas de salud. Comencé a investigar sobre el tema y supe que había gente en Esquel que había trabajado sobre esto. También me enteré que había una kinesióloga (Andrea Pizzolito) que había trabajado muchos años en esto. La fui a ver y así comencé a juntar a toda esta gente que en su momento había hecho algo para ver si querían que armáramos algo. Me contacté además con Soledad Arrechea, hoy presidenta de la Fundación, que tenía mucho amor por los caballos y resultó que había hecho una pasantía en Bahía Blanca vinculada con el tema. En ese entonces también el Ejército quería hacer algo con equinoterapia y los fuimos a ver para aunar esfuerzos. Analizamos muchas posibilidades como así también la necesidad de formarnos y comenzamos a traer gente desde Bahía Blanca para que nos dieran cursos de capacitación. Yo, además, viajé a Córdoba para capacitarme en equinoterapia. Había que armar un equipo de profesionales, tener caballos y un lugar. Luego se sumó otro socio que tenía manejo de caballos. Decidimos hacer la Fundación y comenzar en el espacio que nos prestaba La Rural. Teníamos caballos viejitos y trabajamos precariamente porque sólo teníamos dos monturas. Comenzaron a llegar pacientes y nosotros a formar grupos de voluntarios. Constituir la Fundación legalmente también fue importante porque así se puede capitalizar algún aporte. La única forma de funcionar es facturando al paciente porque los caballos deben comer todo el año, hay que pagar la luz y pagar la compra de un container porque nos robaron algunos elementos. Cuando La Rural loteó se complicó el uso del espacio. Buscamos lugares hasta que apareció la posibilidad de estar en el Hipódromo. Esto fue muy bueno y estamos en un terreno que nos dieron en comodato desde hace dos años. Actualmente estamos trabajando con la tercera capacitación de voluntarios. Está apareciendo gente que probablemente se quede. El año pasado nos donaron dos caballos lo cual fue muy bueno porque tenemos dos que están jubilados. También tenemos otros dos caballos en comodato. Hoy hacemos – con este quipo – dos días de trabajo porque había mucha demanda. Por suerte se suman voluntades para tener agua y un espacio para los caballos que están jubilados.

  1. P: ¿Qué otros servicios ofrece la Fundación?

S.R: Durante el año hacemos monta recreativa que tiene su colonia de vacaciones este mes y el próximo. Tenemos, además, una huerta donde hace poco hicimos una feria con productores y artesanos para poner en valor el lugar. Ese lugar es el Bosque de los Niños que se armó en 2003 cuando comenzó la lucha en contra de la minería.

L.P: ¿Para incrementar los ingresos solicitaron aportes al Estado?    

S.R: Hemos gestionado ante Provincia y Municipio, pero nadie nos ha dado bolilla. Hemos tenido algún apoyo puntual con la apertura de calles y limpieza de yuyos. Hicimos un proyecto de ley que no tuvo apoyo en principio, pero luego se logró la sanción para que las Obras Sociales cubran la prestación del servicio. Falta la regulación de esta ley para que quien necesite equinoterapia pueda venir. Ante estas situaciones también se busca padrinos. Siempre gestionamos y hasta invitamos al Gobernador a que nos visite y pueda ver lo que hacemos.

L.P: ¿Hacer equinoterapia es costoso?

S.R: Hoy en día todo es costoso, pero podría ser más caro de lo que es. Se cobra mil pesos por mes por cuatro sesiones. Las actividades con caballos, en cualquier lugar, son carísimas. El mantenimiento de los caballos es costoso. Nosotros cortamos la actividad en los meses de invierno, pero los caballos comen igual. Hay que tener el pasto antes y traerlo a Esquel.

L.P: ¿Qué necesita actualmente la Fundación?

S.R: Necesitamos tener un baño y un salón donde los padres puedan esperar y nosotros hacerles una entrevista. Actualmente tenemos un baño químico que genera un costo mensual. La idea era avanzar en la infraestructura en los terrenos de al lado que son del Municipio, pero están cedidos a la provincia para la construcción de un Jardín.

L.P: ¿Qué es lo más difícil y lo más gratificante de trabajo en la Fundación?

S.R: Lo más difícil es acomodarnos en el vínculo con las personas porque es un grupo humano que va creciendo. Nos saturamos mucho de las actividades que hacemos y eso hace que saquemos chispas. Pero cuando ves a las familias felices y estás con los caballos todo es gratificante. El otro día un papá decía que el hijo no hablaba en el Jardín y si lo hace en la Fundación. Esas son las cosas que hace que todo el esfuerzo valga.

Equipo interdisciplinario

El equipo de la Fundación está compuesto por Susana Rizzuto (bióloga), Soledad Arrechea, Manuela Gutiérrez (psicomotricista), Andrea Pizzolito, Natalia Toppazzini y Martín Jones (kinesiólogos), Sonia Painemal, Mauricio Mendoza, Sofia Prediger, Rocío Colinecul, Antonella Gallardo y Eliana Fermín.