El por què y el para què….. (Columna de Opniòn)
Corria el año 1992, una mañana de septiembre, típica de nuestra zona cordillerana, con frio, nevisca, y algo de niebla… salimos rumbo a El Bolsón, sin pensar jamás lo que nos esperaba en el camino…preparo el mate, una vez más como tantas veces, Hugo baja la velocidad del auto, de pronto, y en forma imprecisa e imprevista, el peugeot 504 gris cobra una velocidad increíble, solamente atino a decir…”no toques el freno..” y es el último recuerdo que tengo de ése momento dentro del auto.
De ahí en más, comienza una nueva etapa en mi vida… veo el auto desde arriba, cruzando la ruta y de pronto, me encuentro frente a dos seres amados, esos que fueron compañeros de infancia y adolescencia, esos que se fueron de nuestro lado hace algún tiempo… dos seres de luz, me miran con un amor inmenso, me hablan sin hablar, lo que siento en ese momento es único, una paz como nunca había sentido, un sentimiento de amor indescriptible, mi cuerpo flota, y frente a mi todo es luz, luz blanca, con seres blancos, y el fondo de un color celeste hermoso. Memo y tío Antonio siguen hablándome sin hablar, haciéndome sentir ese sentimiento único, cuando de pronto escucho detrás de mí una voz que me llama a los gritos, de manera desgarrada…mi compañero de la vida, y la voz más hermosa, Hugo. Giro mi cabeza y ahí estoy, nuevamente dentro de ése auto gris, sin tener noción de lo que pasó, pero con la claridad de que todo iba a estar bien. Ya no podía mover mis piernas.
Un día en Esquel internada, tengo en mi cabeza el abrir los ojos y ver a los pies de mi cama a mi viejo sentado mirándome, con los ojos más dulces que los míos han visto, dulces y tristes a la vez, rara combinación… Si, así era mi papá, un ser muy especial, hablaba poco y decía mucho, ponía los límites casi sin hablar, una mirada era suficiente.
Dejar a mis chiquitas en Esquel para viajar a Buenos Aires, desaparecer de sus vidas de un día para el otro, no fue fácil; fueron tres meses de renacimiento, de acomodamiento y de adaptación. Desafío fuerte, diario, con altibajos, pero no imposible.
Nunca tuve miedo, sabía que lo que venía era distinto, pero era bueno, me lo habían dicho Memo y tío Antonio, los médicos decían que no veía la realidad y que en alguna oportunidad el llanto y la depresión se harían carne en mi, que mi familia debía estar preparada para ese momento, aún esperan ese día. Hay cosas que solamente se explican con el alma y no con la razón. El amor de mucha, muchísima gente me acompañó durante ese tiempo, más allá de mis dos luceros (mis hijas Maite y Aimé), el negro, mis viejos, y el resto de la familia.
Lo que sigue, es otra historia de vida, la que inicié ese día naciendo de nuevo y creando una nueva persona, la que cambió el por que, en el para que…
¿Para qué la vida me puso a prueba y me dio una nueva oportunidad? Solamente una respuesta encuentro, para ser mejor persona, para devolver, un poco de todo ese amor que recibí, en acciones. Acciones hacia otras personas sin esperar nada a cambio, como lo hicieron conmigo, para empatizar con mis pares y luchar juntos por nuestros derechos. No es fácil ni sencillo, uno tropieza todos los días con sus propias miserias, pero de lo que estoy segura es del horizonte que tengo enfrente, esa utopía, de la que habla Galeano, esa que te hace avanzar para alcanzarla y a la que nunca se llega, y por eso es hermosa, porque permite que no te detengas…
Todos tenemos una misión en esta vida, está en cada uno encontrarla, a veces necesitas algo que te golpee y te diga, “ojo, no te desvíes”…..y ahí es donde debe surgir nuestro para que y no quedarnos en la lástima y la victimización del por que.
Convivir con la discapacidad, no es materia fácil de aprobar, lo que me ha quedado claro en tantos años, es que cuando uno tiene objetivos, la vida tiene sentido, y si ese sentido está en el amor y el acompañamiento al prójimo, todo se hace más sencillo. La lucha no es simple, pero si la hacemos acompañada por quienes compartimos sentimientos, todo es más simple.
La vida hoy me encuentra con los 50 años puestos, siendo mujer, abuela, madre, compañera, hija, hermana, y todos los sustantivos resumidos en la palabra persona, y mi lucha interna es que sea acompañada con el adjetivo humana. Por y para eso vivo….
Esta es mi historia, con sus claros y oscuros, la cuento con el objetivo que quien la lea pueda reflexionar que, la vida vale la pena vivirla día a día y disfrutar de lo que hoy se tiene, porque en un segundo todo, todo puede cambiar.
Muchos de nuestros sueños parecen primero imposibles, luego parecen improbables, y luego, cuando despertamos nuestra fuerza de voluntad, pronto parecen inevitables.-
Christopher Reeve.
