Columna de Opinión: Las cosas por su nombre

1

POR GRUPO SOCIAL Y OFICIALMENTE VIEJAS

Planteo del problema: no hay mucho que puedas hacer hoy si sos una veterana testigo del maltrato que sufren tus mayores, me refiero a lxs que jamás denunciarían ni se quejarían en público cuando la crueldad viene de la sangre de su sangre. No hay mucho que puedas hacer hoy si la violencia es ejercida sobre personas ancianas que en la intimidad la reconocen –“se pone como loco”, “no sé cómo hace, nos idiotiza, nos nubla la cabeza”-, pero la niegan en público, por miedo y/o por vergüenza del qué dirán. La pregunta me desvela: ¿qué se hace cuando ni tu madre ni tu padre se animan a denunciar al hijo violento que les hace la vida imposible?

Cuando las mujeres aprendimos a desnaturalizar lo que ocurre en la esfera privada de nuestros ámbitos familiares avanzamos en nuestras luchas y obtuvimos más derechos. Empezamos por hablar, por poner afuera lo que no puede resolverse dentro de las cuatro paredes de nuestras casas. Es mi intención en esta columna de opinión, plantear una situación inadmisible. Urge encontrarle la vuelta.

Las violencias de aquellos tiernos retoños que andando el tiempo eligieron convertirse en seres despiadados se declinan de maneras muy diferentes. En este caso cabe hablar de coacción, señalando que la que el hijo ejerce sobre el padre no es idéntica a la que ejercía sobre la madre, a quien, hasta donde se sabe, intimidaba sin golpes físicos cada vez que precisaba su firma para transferirse bienes, en beneficio propio y de su pandilla.

En este caso la madre murió de miedo y de tristeza, coaccionada hasta el final. Dos años antes de su muerte, en épocas del #MeToo, hubo una denuncia ante el CMME por la violencia familiar de un funcionario, ese mismo año otra hija denunció al violento en un Juzgado de Familia, pero lxs viejxs no se presentaron a la cita de la fiscalía, por miedo y/o por vergüenza del qué dirán.

Después de la muerte de la madre, en un episodio violento del hijo contra el padre que terminó con el nonagenario en el hospital, una figura de mucha autoridad chubutense, al narrar cómo habían ocurrido los hechos, calificó de “momento de debilidad” a la acción del padre que, para evitar golpes, estampó su firma en papeles que benefician al hijo, quien una vez más obtenía lo que codiciaba, a los gritos o a los empujones. El “momento de debilidad” del viejo o de la vieja que firma bajo coacción es como la pollerita demasiado corta, se culpa a la víctima. No es un “momento de debilidad”, es coacción. Ceder no es consentir.A este tema se refirió el año pasado un fiscal federal durante una entrevista radial sobre un caso de violencia económica y patrimonial que se hizo público: “una de las deudas de la justicia es conocer los ámbitos, los contextos en los que las personas toman decisiones. La justicia ve una firma pero no ve si tu voluntad era totalmente libre cuando firmaste eso”. El fiscal federal concluyó diciendo que la justicia deberá analizar si hay algún vicio en la voluntad de las personas cuando toman decisiones.

Dije que no hay mucho que pueda hacerse hoy por la vejez silenciada de miedo y de vergüenza. No hay mucho, pero algo hay. En este caso se logró que la figura de autoridad apuntara al violento, que además de coaccionar, dos por tres deja al viejo sin gas y sin luz, en pleno invierno: a tu padre le han cortado el gas por falta de pago y tiene aviso de corte para la luz […]. Cumplo en decirte que esta es una situación delicada y pienso que merece que le prestes atención.

La intervención de la figura de autoridad fue un éxito, el padre ahora tiene gas y luz. ¿Hasta cuándo? Hasta que al hijo se le cante. La próxima meta es lograr que el hijo se comprometa a no interrumpir el pago de los servicios que debe al padre, quien en 1962 fundó con la madre el estudio de profesión liberal también acaparado por el hijo.

“No podemos hacer nada, son problemas de familia”, te dicen circunspectos abogados. No acepto la sentencia. Algo hay que hacer. Por lxs viejxs. Y por nosotras, tal vez evitemos que esta ola de maldad se transmita a nuestra generación, si es que llegamos a tan avanzada edad.

*Para participar en esta columna escribí a llmariel40@yahoo.com.ar Estamos en Facebook https://www.facebook.com/oficialmente.viejasok/

1 COMENTARIO

  1. Una nota conmovedora, un caso que representa otros miles en todo el país. No sé si en este momento se puede esperar mucho de la justicia, pero en este texto se demuestra que, si se insiste y se lucha, se obtienen logros (por más pequeño o puntual que parezca, cada fallo favorable sienta un precedente importante).
    Defendamos los derechos de nuestrxs viejxs. Felicitaciones por esta columna.

Los comentarios están cerrados.