“Tonto es el que hace tonterías”

(La mamá de Forrest Gump)

POR EL “SEÑOR X”

Suele suceder, y aun más en estos tiempos de hiperconectividad, que las noticias de boca en boca circulan con una velocidad de veracidad no al menos interesante de pensar. Las conexiones comunicacionales nos permiten saber en cuestión de unos pocos minutos, que es lo que sucede en cualquier parte del mundo, siempre y cuando el comunicador o mensajero tenga interés en hacerle saber al resto de los mortales de aquello que, sea de nuestro agrado conocer o no, sucedió, sucede o tal vez suceda en algún rincón del planeta. Porque si algo nos han enseñado las redes sociales es que las distancias se pueden acortar hasta lo irreducible. Es así como a veces nos preguntamos porque todo el tiempo, a toda hora, podemos saber de cosas que no nos interesan en los mas mínimo, tal vez por el origen de la noticia, o por el contenido de la misma, y a la vez es tan difícil saber con precisión irrefutable, de cuestiones que suceden a la vuelta de la esquina y sobre las cuales tenemos  (deberíamos tener) interés de entender. Ahí es donde los comunicadores o mensajeros dejan de ser los medios de comunicación y mutan a una especie formidable y nunca antes vista: nosotros mismos. Nos enteramos, por un amigo, un conocido, un compañero de estudio o de trabajo, lo que hizo fulanito, como lo hizo, si participó o no un tal menganito, si le dijo, si no le dijo, si lo hizo, lo hace o lo haría. No es más, así, que nace un simple chisme, comentario de pueblo o un infundado rumor. Y es aquí donde la magia sucede, pues los rumores, ciertos o no, siempre son reveladores.

Y, sólo por mencionar los rumores de moda, así nos fuimos enterando, y construyendo la historia, ratificada luego con lujo de detalles por uno de sus principales involucrados, que se encargo de brindarnos, al resto de los vecinos, un espectáculo digno de la Roma circense al que pudimos asistir gratuitamente, durante varios días, en cualquier ámbito donde estuviésemos y que empezaba cuando alguien emitía un comentario que, palabras más o menos, suena así: “che, que quilombo que hay con esto de la terminal, no?” y la mirada de quien pronunciaba esa trillada frase buscaba complicidad, siempre encontrada, en sus receptores. Tal vez hubiese sido mejor que la cautela predomine entre los actores, sobre todo sabiendo que aquello que llamamos Justicia, de un tiempo a esta parte, ha mostrado una celeridad resolutiva de conflictos  envidiablemente lenta y desinteresada, pero el sometimiento al escarnio público acusa, juzga y condena más rápido de lo que canta un gallo. Y esa mancha no se borra.

            No menos interesante se ha mostrado el otro rumor que nos mantiene en vilo y sobre el cual esperamos un desenlace fatal. O, al menos, y nos conformaremos, un elegante e inesperado final, fiel a cierto film de Guy Ritchie donde una simple decisión en el último segundo puede cambiar el curso de la historia para siempre. Éste ultimo rumor de moda ha sido una magistral clase de legislación, institucionalidad, república y coso. Circuló tan rápido por nuestro teléfonos celulares que no tuvimos tiempo de percatarnos lo que ocurría. Y cuando al fin, la vorágine comunicacional nos permitió analizar y entender lo sucedido, los rumores y comentarios en almacenes, carnicerías, panaderías (la lista sigue) nos habían construido en la imaginación colectiva los sucesos de aquella tarde del 13 de Febrero (y no era Martes!). El tipo tenía el seguro vencido (desde Junio de 2019!!!!!) y lo solucionó de la forma en que aprendimos a saltear los exámenes en el secundario: lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe. No fue así, claramente, ya que el tipo tenía el número equivocado. Pero la Marta Diamante local de esto sí que sabe (bueno, en realidad de esto tampoco sabe) y metió la pata hasta la nuca. Así, aprendimos que un funcionario de rango local tiene la potestad de coaccionar sobre una empleada municipal, aprovechando su ventajosa situación de ser el dueño de la marioneta, para que cierto Cosme Fulanito viole una ley nacional, circulando en un vehículo sobre una ruta nacional, incumpliendo leyes nacionales. Sacala del ángulo, republiquita Carrió. Y solo por curiosidad, si ese vehículo hubiese causado un accidente y una persona hubiese salido herida? La pomposidad del título del cargo aplica de igual manera, otorgando inmunidad a la salud de las personas lastimadas?

            Interesante final nos espera de esta apasionante novela que, a juzgar por la capacidad de tomar decisiones de la dirigencia actual, dejará prontamente de ser una novela de cable local y ya pide pista para ocupar los mejores lugares en las plataformas digitales de entretenimiento, pues al fin y al cabo, como dijo ese gran hombre de la historia, los moralistas son los más inmorales.