Finalmente el día del que tanto se habló este año llegó: el pasado domingo los argentinos concurrieron nuevamente a las urnas para elegir, entre otros cargos según las jurisdicciones, al futuro Presidente de la Nación.
A muchos sorprendió que se acortara la diferencia obtenidas en las PASO en agosto pasado entre las principales fórmulas encabezadas por Mauricio Macri (Juntos por el Cambio) y Alberto Fernández (Frente de Todos) quien finalmente resultó electo con el 48 por ciento de los votos. El actual Presidente obtuvo un 40 por ciento que no le alcanzó para llegar a la segunda vuelta y perdió su candidatura a la reelección.
Hasta aquí los datos que se conocen desde las últimas horas del domingo con una elección polarizada que deja a los dirigentes de Cambiemos en el sector de la oposición a partir del 10 de Diciembre entendiendo, además, que la mejor manera de cerrar esta gestión es realizar una transición ordenada que contenga la ansiedad de gran parte de la población que eligió un modelo diferente y “calme” a los mercados.
Desde el domingo muchos celebran los resultados, otros se mantienen expectantes. Para estos últimos la prudencia es una máxima. Y en este contexto también están los ciudadanos que sólo votaron por obligación sumados a quienes no encontraron opciones entre las fórmulas presentadas. Para ellos ninguna era válida y dieron su voto al candidato que consideraron “menos malo”. Revertir el desencanto de algunos ciudadanos para con sus dirigentes políticos es un tema pendiente y al que no muchos se animan a mencionar.
¿Qué nos depara el futuro inmediato? Esta es una pregunta clave. En principio ya comenzó la transición entre el presidente saliente Mauricio Macri y el presidente electo Alberto Fernández. Después del 10 de Diciembre comenzará una nueva etapa y la responsabilidad de la próxima gestión es más que significativa. Sin embargo queda claro que las dificultades (inflación, altos índices de pobreza, desempleo, deuda con el FMI, etc.) no desaparecerán en el corto plazo. La tarea será ardua y tomará su tiempo. El pueblo mirará con atención cada paso: subestimarlo siempre es un error y el contexto internacional es un claro ejemplo de ello.
