La Casa Cumelcan abrió sus puertas en febrero de 2004 y desde entonces alberga de manera transitoria a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar para preservar su integridad psicofísica y trabajar en la restitución de sus derechos. Hoy son dos las mujeres que se encuentran viviendo allí junto a sus hijos y tienen una huerta con producción propia.

Las mujeres víctimas de violencia ingresan a la casa derivadas desde la Comisaria de la Mujer, Fiscalía y Defensoría. Durante su permanencia en el lugar se plantean diversas estrategias de abordajes para la recuperación de sus derechos vulnerados y los de sus hijos. Además se realizan acciones para mejorar su reinserción social creando lazos comunitarios que puedan favorecer a la autonomía personal y/o familiar.

En cuanto a los niños, que llegan con sus madres, no dejan de hacer sus actividades y si es necesario se los incorpora en algún jardín maternal o en el Centro de Acción Familiar. De este modo las madres tienen tiempo para buscar trabajo, completar su situación legal en cuanto a vivienda, salud, educación, etc.

El director de Niñez, Adolescencia y Familia, Oscar Razzeto, contó en diálogo con La Portada que “el Refugio Cumelcan tiene actualmente una coordinadora, tres operadoras y dos mujeres alojadas”. En ese sentido señaló que “tenemos una chica que está por egresar y otra con intervención judicial pero no por violencia de género sino porque la jueza dispuso que esté allí por considerar que este es un espacio apto para fortalecer el vínculo familiar”.

Asimismo destacó que “el Cumelcan funciona perfecto” y en este sentido valoró el compromiso del personal. “Las chicas reciben a las mujeres en un contexto de extrema vulnerabilidad, las escuchan, las contienen, las acompañan y trabajan con ellas para empoderarlas. Realmente hacen un trabajo muy bueno”, aseguró.

Razzeto también señaló que entre las diferentes actividades que se llevan a cabo en el refugio se construyó una huerta para consumo propio. “Una escuela ayudó a hacer el invernáculo y cuando asumí propuse agrandarlo”, confió y explicó que en este tiempo se les ha enseñado a las chicas a sembrar, cultivar y cosechar. “La producción es magnífica”, afirmó.

El funcionario expresó que desde su área siempre que reciben una partida compran herramientas, parquizan el lugar y compran juguetes para los hijos de las mujeres que se albergan en el refugio. “Les habilitamos una sala con juegos y una biblioteca para que pueden entretenerse. También hay máquinas de coser, que fueron entregadas mediante un aporte de nación,  pero hoy el fuerte es la huerta”, expuso.

Por último, Razzeto expresó que “la idea es que las mujeres que se encuentran viviendo en el Cumelcán no estén por mucho tiempo, sino hasta que se restituyan sus derechos. El abordaje se realiza desde el Servicio de Protección de Derechos, que busca fortalecer los vínculos, y una vez que la mujer se empodera y encuentra trabajo, egresa.