Piedra Parada es un atractivo natural en pleno proceso de crecimiento. El número de turistas que llega hasta este punto de la Meseta chubutense viene incrementándose año tras año, lo que obliga necesariamente a invertir en servicios e infraestructura general. Lo que representa toda una oportunidad trae consigo también algunos inconvenientes. Las autoridades deben garantizar la protección del recurso de incalculable valor cultural, histórico y arqueológico.
Muchos aplauden el desarrollo turístico y la atracción que despierta Piedra Parada. Escaladores y amantes de la aventura de distintos rincones del planeta eligen una zona que lentamente gana espacio dentro del variado circuito patagónico. Al mismo tiempo, vecinos de Esquel, Trevelin y otras localidades cercanas también están descubriendo el Cañadón de La Buitrera como alternativa para pasar los fines de semana al aire libre, asado y pesca de por medio.
Pero lo que supone una buena noticia tiene -en simultáneo- un desafío crucial: asegurar el cuidado del Área Protegida. No son pocos los que empiezan a mirar de reojo el flujo de gente que “pisa” el atractivo (ubicado a unos pocos kilómetros de Gualjaina) y las consecuencias en el camino. Por lo bajo algunos se quejan del robo de piedras y cuentan con el ceño fruncido que son comercializadas en ferias reconocidas de la Cordillera.
Quien está alerta es el intendente de Gualjaina, Marcelo Limarieri. El jefe comunal entiende que un reglamento de uso sería la solución para impedir que el visitante quite piezas de valor, piedras y objetos arqueológicos. Hace largos meses que viene elaborándose una normativa para regular el funcionamiento en Piedra Parada, trabajo que concentra el esfuerzo del municipio, el Ministerio de Turismo del Chubut y otros actores vinculados con la temática.
