La ciudad cuenta con siete centros de salud y en cada uno hay al menos un trabajador comunitario que trabaja en la promoción y prevención sanitaria. Son quienes llegan a todos los hogares y conocen la situación de cada familia. Brindan atención primaria, contienen y acompañan con el compromiso de mejorarle la calidad de vida a cada vecino.
Zulema Bravo, quien es una de las cuatro supervisoras intermedias de los Trabajadores Comunitarios de Salud en Terreno de Esquel y se encuentra trabajando en los Centros de Salud de los barrios Bella Vista y Don Bosco, contó en diálogo con La Portada cómo es el trabajo que realizan en la ciudad y cómo ha cambiado ante la emergencia sanitaria por el COVID-19.
“El trabajador comunitario hace muchos años que tiene presencia en la provincia, forma parte del primer nivel y siempre se dice que es la base del sistema sanitario porque es el nexo entre el centro de salud y la comunidad”, explicó Zulema junto a Karen Sepúlveda, quien también es trabajadora comunitaria.
Actualmente la ciudad cuenta con siete Centros de Atención Primaria de la Salud en los barrios Bella Vista, Don Bosco, Malvinas, Badén, Sargento Cabral, Ceferino y Buenos Aires y cada uno cuenta con al menos un trabajador comunitario. Hoy en total son diecisiete y dependen del Area Externa del Hospital Zonal Esquel.
Zulema sostuvo que “cada trabajador comunitario tiene entre 100 y 130 familias a cargo”, y trabaja con el grupo familiar en los diferentes programas que hacen al primer nivel de atención como por ejemplo la salud sexual reproductiva, el control de niño sano, las vacunas, enfermedades crónicas y la situación socio-ambiental.
Cada trabajador comunitario cuenta con una planilla de familia, una herramienta fundamental para la promoción y prevención. Las visitas se realizan de acuerdo al grado de vulnerabilidad de cada familia. “Todos somos vulnerables pero por una cuestión de recursos tenemos que priorizar las familias numerosas, las embarazadas, los niños menores de 5 años que están en edad de vacunación y los pacientes crónicos ya que hoy tenemos muchas personas hipertensas y diabéticas a las que se les debe hacer un seguimiento y se les facilita el acceso al sistema de salud como a los controles médicos”, precisó.
Con nieve, lluvia y hasta en épocas de pandemia, los trabajadores comunitarios no dejan de golpear puertas para ver cómo se encuentra cada familia. Conocen muchas historias y se topan con diferentes realidades a diario. A veces son la única visita en el día para algunas personas. Generan un vínculo de confianza importante y su compromiso es mejorar la calidad de vida de los vecinos.
Los trabajadores comunitarios también relevan la situación socio ambiental de cada familia: los servicios, si el baño está adentro o afuera de la casa, si pasa el camión recolector, cómo es el almacenamiento de la basura, si el agua está adentro o afuera, cómo es la conservación de los alimentos, la ventilación, entre otras cuestiones.
“Venimos trabajando con diferentes rondas trimestrales, son cuatro en el año y cada una siempre tiene que ver con las estaciones. Se abarca la promoción y prevención de diferentes cuestiones puntuales”, señaló.
Las familias que se consideran más vulnerables se asisten cada un mes, las que no cada dos meses y las que tienen menos factores de riesgo cada 3 meses.
Zulema comentó que con la pandemia la modalidad de trabajo que venían llevando a cabo se ha modificado un poco ya que se han abocado a atender los grupos de riesgo – embarazadas, menores de 2 años, personas mayores de 60 y crónicos-. “Abrimos diferentes canales de comunicación, los llamamos por teléfono y los vamos a ver siempre manteniendo el distanciamiento social y cumpliendo con las medidas de prevención”, aseguró.
Asimismo destacó que los centros de salud como servicio esencial nunca dejaron de funcionar a pesar de la crisis que atraviesa la provincia.
La trabajadora comunitaria también valoró el trabajo articulado que se encuentran llevando a cabo con diferentes instituciones de la ciudad como las Juntas Vecinales, iglesias, Cáritas, organizaciones solidarias, escuelas, jardines maternales, hogares de adultos mayores, entre otras. “Se hace un trabajo fuerte en red para poder solucionar los problemas que se van presentando”, afirmó.
Zulema reconoció que el invierno es el momento más complicado para las familias y que la pandemia ha agravado aún más la situación. “Nos encontramos con falta de trabajo y la demanda más fuerte es la de alimentos, no sólo de las familias más vulnerables sino también de otras que por esta situación son nuevos vulnerables”, confió.
En este sentido hacen mucho hincapié en la articulación con el municipio y las instituciones para mejorarle la calidad de vida a la comunidad. “Nos encontramos con que todos tienen una deficiencia ya sea por una cuestión médica, alimentos o un trámite”, indicó.
Por último Zulema y Karen expresaron su agradecimiento a las familias por abrirles las puertas de su casa. “Siempre vamos en busca de mejorar su calidad de vida, trabajamos con mucho respeto y siempre aprendemos algo nuevo, más en esta situación de pandemia donde nos encontramos con un montón de situaciones pero tenemos el apoyo de todo el equipo de salud y de la jefa de Area Externa”, finalizó.