Raúl Williams se declara amante de la pesca y decidió convertir esa pasión en un emprendimiento. Crea moscas sintéticas para pescar, gorras, cuellos y cajas con diseños de emprendedores locales. A futuro le gustaría dar cursos en los barrios para fomentar valores y se está preparando para ser guía de pesca.
“Toda mi vida pesqué y cuando me vine a estudiar a Esquel lo postergué por un tiempo hasta que hace tres años empecé a pescar con mosca. Me autoregalé un equipo y comencé a conocer un montón de gente”, contó el emprendedor Raúl Williams en diálogo con La Portada.
Su pasión por la pesca lo incentivó a anotarse al Curso de Guía de Pesca pero no lo aprobó por no conocer algunos lugares. Raúl, además de pescador, estudia ingeniería y es artesano, así que decidió aplicar esa facilidad de crear cosas para atar moscas. “Empecé haciéndolo para mí, luego mis amigos y le gente conocida me pidió que les hiciera para ellos y descubrí que podía ser una oportunidad laboral”, expresó.
En este sentido aseguró que “las moscas siguen siendo artesanales pero con una visión más comercial”. Fue así que comenzó a comprar materiales para fabricarlas. “Tradicionalmente se hacían con materiales naturales, como pelo de conejo o plumas de gallos, pero ahora se empezaron a usar materiales sintéticos”, explicó.
Raúl, en lo particular, utiliza material sintético y apuesta a los proveedores locales. Además de moscas, ofrece gorros, cuellos, vinilos y cajitas. “Es una premisa que me puse como marca, trato de que todos los productos que no son moscas los haga gente de Esquel o Trevelin para impactar positivamente en la economía local”, destacó.
Su emprendimiento lleva el nombre de una mosca “Yuk Bug” y que fue con la que sacó su primera trucha. Señaló, además, que existen muchísimos patrones de moscas ya que se trata de imitar lo que comen los peces. “Es un trabajo artesanal que implica mucho conocimiento de donde están los truchas, los ríos y los lagos. La persona que compra moscas te dice a dónde va a pescar y te pregunta cuál lleva. Uno además de hacer la mosca hace una asesoría técnica”, manifestó.
Explicó en este sentido que “hay patrones que son clásicos, están probados en todas partes del mundo y funcionan. Después uno busca su estilo y le da un valor agregado. Yo trato de buscar moscas que imiten al insecto pero que sean efectivas y funcionales”.
El emprendedor reveló que en la última temporada alcanzó las mil moscas y estima que tiene alrededor de 200 patrones. “Algunas me demandan cinco minutos y otras diez. No es una actividad que uno pueda realizar por muchas horas porque requiere de mucha atención y se necesita una motricidad fina”, precisó.
Un mercado en desarrollo
Raúl reconoció que la mayoría de los pescadores está acostumbrada a comprar las moscas en las casas de pescas donde son importadas. Sin embargo resaltó que está apareciendo otro mercado que busca moscas locales y artesanales. “Yo tengo la ventaja de que ato y pesco, entonces es un valor agregado que tiene el producto que es interesante”, afirmó.
De esta manera apuntó que “el mercado está en desarrollo porque de a poco se va notando más cantidad de pescadores que empiezan a pescar por mosca por gusto y también por obligación ya que el reglamento de pesca restringe mucho las otras modalidades”.
Por otra parte Raúl confió que volverá a hacer el curso de guía y que tiene pensado sumar más productos de desarrollo local. “Me gustaría vivir de la pesca y combinarla con mi carrera de ingeniería”, declaró.
También tiene como objetivo afianzar su presencia en las ferias ya que considera que su producto es innovador y llama la atención de la gente. Por último aseguró que le gustaría hacer una escuela de atado de moscas en los barrios para los chicos ya que considera que “la actividad es muy noble y fomenta valores”.