Un grupo de 4 mujeres lleva adelante este emprendimiento hace 21 años. Tras el cierre de la empresa Texcom, asumieron el desafío de conformar una cooperativa de trabajo en 2003 y desde entonces son las dueñas de su propio destino. Hoy su objetivo principal es finalizar su propia sede y adquirir nuevas máquinas para seguir creciendo.
La Cooperativa de Trabajo “Confeccionistas Unidas Esquel” se conformó en 2002 luego del cierre de la empresa Texcom que dejó a un gran número de trabajadoras en la calle. Un grupo de mujeres decidió unirse y avanzar en un proyecto cooperativo para salir adelante. En 2003 abrieron sus puertas con un rollo de tela, una vieja máquina, un desfile de presentación y el apoyo de la comunidad.
Hoy, 21 años después, diseñan indumentaria de calidad, bordados y diferentes trabajos para instituciones, clubes, colegios y vecinos de la ciudad y la zona. Sin embargo el complejo escenario económico que atraviesa el país ha afectado su trabajo, ya que los insumos se han incrementado considerablemente, al igual que los servicios.
Silvia Suárez, quien es una de las integrantes de la cooperativa textil, manifestó en diálogo con La Portada que “nos está costando un montón conseguir la materia prima porque se incrementaron mucho los precios, tanto del hilo, la tela y los cierres”.
Asimismo contó que se encuentra pendiente la finalización de la sede propia, ubicada en Pellegrini entre Avenida Alvear y 9 de Julio. El terreno fue entregado por el gobierno provincial durante la gestión de Martín Buzzi. “Hasta el momento hay un 20% de la obra, nos queda más de la mitad para poder avanzar y tener nuestro local propio. Hay paredes levantadas, faltaría el piso, el techo, el revoque y la terminación de la obra”, indicó.
Días atrás el presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, Alexandre Roig, visitó la Cooperativa Textil para conocer su historia, su trabajo y sus proyectos. Las emprendedoras le manifestaron la necesidad de finalizar su propio local. “Hoy es nuestra prioridad y nos dijo que existía la posibilidad de acceder a subsidios o créditos pero nosotros siempre tuvimos el inconveniente de no tener los balances al día”, explicó.
Suárez sostuvo que es la primera vez que reciben la visita de un presidente del INAES. “Fue muy positivo que nos escuchara y creo que nos va a ayudar, así que estamos motivadas. La visita de una autoridad nacional nos deja tranquilas porque ahora conocen cómo estamos trabajando”, declaró.
Además mencionó que “hace 21 años que estamos trabajando en el mismo lugar y no hemos podido construir nuestro local, así que desde el INAES se comprometieron a ayudarnos con este tema y pensamos que pronto vamos a tenerlo”.
Hoy tienen el terreno y una edificación avanzada. Sólo les queda terminar la sede para poder trasladar sus máquinas e insumos. Actualmente son cuatro las trabajadoras – Silvia, Mabel, Gloria y Patricia- que con mucho esfuerzo sostienen este proyecto cooperativo y necesitan el apoyo de la comunidad para continuar haciéndolo y no bajar los brazos.
Lo justo y necesario
Suárez comentó que sólo encargan los insumos necesarios para trabajar. “Antes podíamos encargar una pieza y otra de otro color por las dudas, pero ahora encargamos lo justo y nada más porque se han incrementado mucho los precios y los servicios”, planteó.
A su vez señaló que el trabajo ha mermado. “Tenemos pedidos, no en abundancia como solíamos tener en otros tiempos, pero sí para mantenernos”, expresó.
Uno de los trabajos que han dejado de hacer es la confección de ropa deportiva. “Nos superó el costo de la tela y además la mayoría de los clubes la mandan a hacer afuera porque utilizan sublimados”, precisó.
En este sentido comentó que “ese es uno de los inconvenientes que tenemos y que le planteamos al presidente del INAES, porque necesitamos una impresora más grande para poder imprimir esos diseños y pasarlos a la plancha que hace el sublimado, ya que hoy tenemos una impresora chiquita que imprime en tamaño A4”.
La trabajadora celebró que recientemente pudieron arreglar una máquina bordadora que estuvo rota durante un año. “Es un alivio volver a contar con esta herramienta porque nos permite tomar un mayor número de producción para bordar”, aseguró.
Suárez resaltó que requiere mucho esfuerzo y compromiso sostener un proyecto cooperativo durante 21 años. Son la primera cooperativa de trabajo de la ciudad integrada por mujeres y la segunda que se creó en Esquel después de COOTRASOL. “Es una lucha día a día, pero seguimos firmes porque es lo que nos gusta hacer y mientras tengamos salud vamos a seguir adelante”, finalizó.