La vecina Marta Rodríguez puso en marcha una huerta comunitaria en el barrio Lennart Englund donde enseña a otros vecinos y ayuda a familias de escasos recursos a sembrar y cosechar sus propios alimentos. Es un espacio abierto a toda la comunidad donde se cultiva la solidaridad. Ya lograron su primera cosecha de verduras y esperan continuar creciendo.
Marta Rodríguez se crió en una familia donde siempre primó el trabajo, la solidaridad y la ayuda al prójimo. Es por eso que en cada proyecto que emprende busca transmitir esos valores.
Ella enseña a las personas a coser, sin cobrarles un peso, para que aprendan un oficio y puedan valerse por sí mismas. Con la misma premisa, a principios de este año tuvo la idea de construir un invernáculo comunitario para ayudar a los vecinos a producir sus propios alimentos en este marco de crisis económica.
Junto a otros vecinos pusieron manos a la obra y con pocos materiales lograron construir una huerta comunitaria para cosechar una gran variedad de verduras. Se trata de una iniciativa solidaria que permite ahorrar y comer saludable.
“Estoy muy contenta porque logramos cerrar todo el invernáculo y pudimos poner todos los plantines. Sólo nos queda hacer unas mesadas y unas repisas para las plantas que no tienen mucho crecimiento, como la lechuga, y abajo quedará espacio para sembrar las verduras que tienen tubérculos como la remolacha y la cebolla”, contó Marta Rodríguez en diálogo con La Portada.
La vecina precisó que el objetivo del invernáculo es enseñarles a los vecinos a producir sus propios alimentos y a crear su propia huerta. “Hay personas que ya se han acercado a preguntarnos qué materiales necesitan y cómo deben hacerla”, relató. Trabajan en la huerta los días martes y jueves de 14 a 18 horas.
“Nosotros los asesoramos sobre la plantación de las semillas, cómo sembrarlas, cómo cosecharlas y los cuidados que deben tener”, explicó.
Marta sostuvo que en la huerta comunitaria se encuentran produciendo lechuga, acelga, repollo, remolacha, tomate, pepino, papas, morrón, cebolla de verdeo, habas, zapallitos verdes, zucchini y hongos. “Hay que tener paciencia y mucho cuidado porque lleva tiempo”, aconsejó.
La primera cosecha se logró con semillas que Marta tenía en su casa y con plantines que aportó el INTA. “El invernáculo está en un buen lugar porque no da tanto el viento ni el frío y adentro está templado”, destacó.
La vecina expresó que “la huerta está abierta a toda la comunidad, tanto para el que quiera ir a aprender y asesorarse sobre la plantación de semillas como el que quiera cosechar sus alimentos”, y agregó que “no hay límite de edad así que pueden ir los más chicos que se entusiasman mucho con la actividad”.
Por último, Marta confió que la huerta comunitaria “comenzó como un entusiasmo mío, pero no es para mí porque si no la hubiese hecho en mi casa, yo pensé en las familias que lo necesitan y en los que quieren aprender. Además en este momento que estamos viviendo es importante que sepamos producir nuestros propios alimentos”.