La temporada estival y las vacaciones permiten disfrutar de los espacios al aire libre especialmente si las temperaturas son agradables. Sin embargo ese buen clima también trae aparejado otras circunstancias como los altos índices de peligrosidad de incendios.
La naturaleza nos invita a ser precavidos, pero es necesario considerar que según los expertos el 99 por ciento de los incendios ocurren “por la mano del hombre”.
Las quemas, prohibidas en esta época del año, que se salen de control constituyen una de las causas. La intencionalidad, por fuera de toda lógica y sentido común, es otra. Las consecuencias de ambas pueden ser devastadoras. Recuperar el recurso natural es sólo una opción a largo plazo. Viviendas y vidas humanas también se ponen en peligro.
A raíz de los últimos incendios ocurridos en cercanías de la ciudad funcionarios municipales expresaron su preocupación por la afectación de los bosques comunales y las viviendas que se ubican en lugares cercanos.
Solicitaron, en este contexto, a la comunidad llevar adelante las medidas de prevención necesarias extremando los “cuidados” para prevenir nuevos focos de incendios. Recordaron, asimismo, que las quemas están prohibidas.
En estos días no escapa, como un detalle no menor, que los brigadistas realizan medidas de fuerza en el marco de un reclamo salarial planteado desde hace meses. Y que es el Estado provincial el que no ofrece una respuesta teniendo en cuenta que se requiere de la disponibilidad del recurso humano para enfrentar posibles incendios en la zona.
Esperar que sucedan siniestros de gravedad no sería lo ideal. Y si hablamos de prevención este no sólo debe ser un concepto que tenga presente la sociedad. El Estado debe prevenir y una forma de hacerlo es garantizando la presencia del recurso humano.
El esfuerzo conjunto puede salvar vidas, naturaleza y hacer una importante diferencia que redundará en beneficios de todos.
