Desde fines de siglo XX viene registrándose a nivel global una vertiginosa expansión en lo que respecta a las tecnologías de la comunicación. Un esquema que atraviesa al individuo e impacta de lleno en los modos de trabajo, organización económica, educación y la interacción humana. Pero detrás de los soportes informáticos también se esconden riesgos como el grooming.
El creciente dominio de la web trajo consigo no sólo un amplio abanico de oportunidades sino que, además, ciertos males. Hace un tiempo largo ya que cobra fuerza el concepto de “ciberdelito”, entendido éste -a grandes rasgos- como toda actividad delictiva realizada mediante equipos informáticos o internet.
A tal punto el “ciberdelito” es una realidad que el polémico jefe de ministros del Chubut, Federico Massoini, en su paso por la cartera de Gobierno, había planteado la necesidad de crear en la Policía de la Provincia un área destinada a atender este tipo de casos. “Todo lo que es robo pasa por un sistema web”, advertía.
Las múltiples caras que adopta el fenómeno abarca desde acceder de forma ilegal a datos e información, pasando por acosar, amenazar y maltratar a una persona, extorsionar a alguien para conseguir dinero o alguna otra cosa de valor, hasta distribuir material pornográfico que incluya a menores.
Nuevo caso y disparador
La reciente detención por parte de la fuerza de seguridad provincial de un pastor evangélico en la ciudad de Comodoro Rivadavia (señalado por acosar a menores vía internet) puso en el tapete nuevamente a la problemática que gira en torno al grooming, un término poco familiar sobre todo para los más grandes.
Diario La Portada habló sobre el tema con la Licenciada Lucía Masciotra, una joven profesional estudiosa de las herramientas que derivan de las nuevas tecnologías de la comunicación e información. Lo que primero hizo fue definir al grooming como la acción deliberada de un adulto de acosar a un niño, niña o adolescente mediante el uso de internet.
Precisó asimismo que se concreta, por ejemplo, a partir cualquier tecnología de transmisión de datos, llámese redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter, etc.), páginas web y aplicaciones de mensajería tales como WhatsApp, quizás la más famosa de todas y dueña de millones de usuarios en el mundo.
Quienes realizan grooming por lo general suelen armarse perfiles con una identidad falsa en una red social o sala de chat, haciéndose pasar por un simple chico. Desde allí la persona busca generar una relación de confianza con el niño o niña a quien valiéndose de su persuasión pretende acosar.
Masciotra recordó que en el país existe una legislación vinculada con la temática y destacó que la normativa vigente plantea al abuso desde el momento mismo en el que un adulto empieza a hostigar al niño solicitándole algo. “Existe una relación asimétrica de poder. El acosador utiliza las redes para hacerse pasar por un chico”, manifestó.
Dijo que el fin del llamado “groomer” es “captar niños para pornografía infantil y comercializar las fotos”, indicando que es un sujeto hábil para rastrear perfiles vulnerables. “Estamos hablando de un delito grave que de máxima es el acoso de un adulto hacia un chico con el objetivo de encontrarse sexualmente. No siempre termina así pero no deja de ser un problema serio”, acentuó.
Aseguró que los casos de grooming no son patrimonio exclusivo de los grandes centros urbanos sino que también ocurren en ciudades pequeñas como Esquel. “Parte de mi responsabilidad como docente es decirle a los alumnos que deben estar atentos. Hay que alertar sobre ciertos peligros”, recalcó y planteó la importancia de ser consientes en el buen uso de las TIC.
Señaló que el rol de los padres es fundamental y que los peligros disminuyen fortaleciendo los vasos comunicantes en la familia. “Hay que acercar herramientas para que puedan identificar situaciones extrañas como si alguien del otro lado de la pantalla pregunta cosas raras”, enfatizó.
Insistió en que para la prevención de esta u otras problemática es clave generar espacios de diálogo y escucha con los chicos, para fortalecer un vínculo de confianza que les permita hablar de temas que les preocupan.
“Hay otra cosa por atrás. Lamentablemente una de las industrias más grandes de internet es la pornografía infantil”, explicó. Reafirmó la idea al sostener que “el tráfico entendido como comercio” de más alto impacto está reservado a dos variantes, las armas y el de pornografía infantil.