Por Gladis Ramírez – docente:
Cada hecho de la realidad cotidiana nos saluda con una nueva incertidumbre y entonces sentimos que no hay ninguna certeza que nos pueda llevar a algún equilibrio, a un proyecto a largo plazo, a algunas verdades temporales.
Todo lo que pasa en la sociedad, indefectible y obligatoriamente llega a las escuelas, llega a las aulas y vuelve como en todos los tiempos a interpelar a estas instituciones y plantea la pregunta incómoda ¿qué rol cumplen las escuelas de hoy? ¿Pueden ser el lugar de construcción e instauración de algunas certezas?
No hubo momento histórico en que no se haya intentado dar a las escuelas un rol protagónico en la formación de los futuros ciudadanos. En cada tiempo las demandas fueron distintas al igual que las políticas y los planes económicos. Podríamos agregar también a las demandas o no de la sociedad civil.
Desde hace un tiempo todo es cuestionado, para una misma situación hay tantas interpretaciones como personas que lean esa realidad y la analicen. Las voces se entrelazan, se rozan, se chocan, se lastiman, se invalidan, se gritan, enmudecen. La variedad de voces trae una infinidad de miradas y a veces genera enriquecimiento de nuestra propia manera de pensar y otras veces nos lleva a colocarnos en un extremo con una sola mirada válida y trae como consecuencia anular al otro, a sentirlo extranjero o enemigo.
¿Cómo llegan esas voces a la escuela? A veces disfrazadas, a veces anuladas. Y entre tanta incertidumbre los actores actúan o dejan de actuar. Cualquiera de las acciones es política. De la política nadie se queda afuera. Entendiendo a la misma como inherente al ser humano y diferenciándola de la partidaria y sindical que tiene otros ámbitos lógicos de acción.
La escuela sigue siendo el lugar donde muchos encuentran la posibilidad que en otros ámbitos de la sociedad les fueron negadas. Hay niños que pueden soñar otros mundos solo si sus maestros les acercan ese libro que les puede cambiar la vida. Muchos niños descubren en la escuela que serán veterinarios, arquitectos, médicos, abogados, docentes. He aquí entonces donde la escuela debe leer que su rol es primordial siendo el docente en el aula el mayor referente para esos niños que comienzan a enamorarse del saber. Y un día descubren que SABER da PODER. Cuantos más libros y cuentas matemáticas, cuando más experiencias de laboratorio y salidas educativas existan, habrá ciudadanos más libres. Quien sabe, quien lee no tiene posibilidades de ser esclavo. Empoderar a nuestros niños en su rol de estudiantes es ayudarlos a encontrar su lugar en una sociedad demandante, cambiante, insegura, sin abrigos. Le toca a la escuela toda (desde el Nivel Inicial a la Universidad) construir algunas certezas. Estas darán abrigo.
Entendiendo el abrigo como la acción que permite hacer visible a todos nuestros niños, nombrarlos, crear las condiciones para desarrollar sus potencialidades. Abrigo como afecto que limita y da esperanzas.
Para esta escuela que construye algunas certezas podemos anotar un puñado de ideas como un pequeño aporte a la riqueza que ofrecen estudiosos del tema.
La escuela es la escuela. No es el barrio, no es la calle, no es el club, no es el templo, no es la familia. Le tocan cuestiones específicas, enseñar a esos niños diversos que llegan con propuestas de calidad y sostenidas en el tiempo. Para ello son necesarios los proyectos que vayan acompañados de políticas claras y que valoricen al docente con los mejores salarios y las mejores capacitaciones.
Los niños son niños, no son adultos. Es necesaria y sana la asimetría en los roles. Comprender a la infancia actual nos lleva a concluir en que pueden existir muchos avances tecnológicos pero jamás reemplazarán al maestro que coordina, acompaña, es modelo y construye futuro. Los niños de hoy en día piden a gritos límites, seguridades, certezas. Necesitan que el adulto sea adulto.
Las aulas reciben a niños cada vez más diversos con exigencias diferentes para el sistema educativo. Se ensayan muchas respuestas. El secreto tal vez es registrar que los sujetos son los diversos y no pueden serlo las propuestas fragmentadas, que solo buscan entretener. La escuela no es una guardería ni un salón de fiestas. Exige de esfuerzos adecuados a la edad de cada niño que habita la escuela. Son necesarios entonces los proyectos institucionales con rumbos claros, con metas alcanzables, con docentes convencidos de que el éxito está en el trabajo colaborativo.
En las escuelas actuales no puede haber acciones aisladas. Las islas consiguen chispazos momentáneos. El trabajo en equipo consigue éxitos a largo plazo.
Cada uno atendiendo su juego puede darnos con el tiempo algunas certezas que los niños en formación requieren para no sentir miedo ante un mundo adulto que no logra vencer tantas dudas, tantas incertidumbres, tanta ausencia de contratos sociales, tanta ausencia de algunas certezas.