* POR FABIANA GONZALEZ, MANUEL AGULLEIRO Y JOSE LUIS GOMEZ.
Mujeres…
Soñadoras, atrevidas, apasionadas, lindas, inteligentes… Adjetivos hay miles, todos responden a un deber ser por el hecho de “ser” mujer. Adjetivos que resuenan en el 8M; felicitaciones por ser mujer, por ser amable, cariñosa, trabajadora, amiga, capaz de pensar con el corazón, y un largo etc.
Pero no hay nada para festejar cuando sistemáticamente nos inculcan el “valor de la belleza”, nos tratan como objetos, nos imponen cumplir con valores y características que en muchos casos no deseamos. Nos quieren soñadoras pero se descuida, invisibiliza y hasta criminaliza el trabajo de las mujeres de la economía popular. Nos alaban por atrevidas pero se molestan cuando salimos a la calle. Nos quieren apasionadas pero nos excluyen del mercado laboral. Les gustamos lindas pero nos imponen los parámetros conforme a los cuales se mide nuestra belleza. Nos quieren inteligentes pero nos impiden el acceso a espacios académicos (aunque estudiemos más). Nos silencian, abusan, violan y matan.
Hemos aprendido a “ser mujeres” en una trama cultural que espera que cumplamos con un mandato y estereotipo que nos exige “ser” en un contexto desigual, que nos controla y discrimina por ser mujeres. Si sumamos, a las cuestiones de género, las desigualdades de clase, étnicas, geográficas, económicas, de orientación sexual, expresión de género, etc.; las violencias se multiplican.
El 8M no es un festejo por el hecho de ser mujeres. Se conmemoran siglos de lucha por conquistar derechos, por lograr igualdad de oportunidades, ya que la discriminación y desigualdad existe para todas, aún hoy; aunque en muchos ámbitos se perciba que hay derechos conquistados. Y sí, los derechos conquistados en la historia del feminismo existen, pero diariamente hay que hacerlos valer, hay que continuar desarmando las estructuras machistas y patriarcales para poder habitar un mundo menos violento y desigual. El origen del 8M se remonta a unos 114 años atrás… ¡El tiempo ha pasado pero los reclamos siguen vigentes!
Hoy, el paro internacional de mujeres busca visibilizar a las feminidades como las fuerzas de trabajo productivas del sistema económico mundial y demostrar las violencias institucionales y económicas a las que las mujeres y los cuerpos feminizados se ven expuestxs. No resulta un dato menor que en trabajos formales las mujeres ganan 30% menos que los varones y en empleos informales hasta un 35,6% menos. Sumado a estas desigualdades el 90% de las mujeres se hacen cargo del trabajo doméstico, trabajen o no fuera del hogar.
También se para porque en 2022, ya fueron asesinadas 51 mujeres y 2 travestis/trans. Es decir una mujer asesinada cada 28 horas. Y lo terrible es que el lugar más inseguro para las mujeres es la propia casa; esto lo indica el hecho de que el 55% de los femicidios se producen en el hogar de la víctima.
Este 2022 el movimiento de mujeres y de disidencias volvió a movilizarse en el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, con una nueva consigna: “Que la deuda la paguen los que la fugaron”; y se hizo eje en los más de 50 femicidios acumulados en lo que va del año, el repudio a la violación grupal de Palermo, la lucha por la absolución de Higui, y la aparición con vida de Tehuel de la Torre.
La consigna “Que la paguen quienes la fugaron” implica pedir por un impuesto permanente a la riqueza y un sistema donde lxs poderosxs paguen lo que corresponde, pero también implica la igualdad de condiciones de trabajo: igual trabajo, igual salario y por ejemplo el reconocimiento de las trabajadoras socio-comunitarias, las compañeras que sostienen merenderos y comedores, porque no reconocerlas como trabajadoras es una muestra más de la violencia patriarcal.
“Ahora que sí nos ven”, se ha vuelto un movimiento para seguir caminando hacia un futuro más justo y más seguro. Cada 8M las calles son de las mujeres y disidencias que gritan ¡Basta de violencia de género! ¡Basta de violencia machista y patriarcal! ¡Por un mundo que reconozca todas las identidades de género con igualdad de derechos y oportunidades para una vida plena, sin discriminación ni violencia!
En este marco es claro que ¡la deuda es con las mujeres!
Se sigue marchando, aplaudiendo, cantando… para ser cada vez más, para ser todas. Pero para lograr sumarse a las luchas feministas debemos cuestionar-nxs, desnaturalizar lo cotidiano, romper estructuras… salir al espacio público levantando banderas que inviten a seguir construyendo un mundo sin machismo, sin desigualdades y sin violencias. Las mujeres y disidencias serán mayoría en las luchas, si se construyen redes capaces de transformar las miradas, construir sentidos masivos, populares y diversos, que denuncien desigualdades, pero fundamentalmente que permitan construir una política feminista y plural, que reconozca las distintas voces y que sea una construcción colectiva.
En este sentido resulta central valorar la Educación Sexual Integral, como una política pública que puede generar profundas transformaciones sociales si en las instituciones educativas se da lugar a discusiones y se incorporan en la enseñanza las epistemologías feministas que interpelan los saberes del currículum escolar. La ESI resulta un espacio central de la lucha social, que excede la escuela y que permite generar prácticas transformadoras de los sistemas sociales y culturales que producen desigualdades y violencias hacia las mujeres y disidencias.
*Fabiana González, maestra y Profesora de Biología con formación en ESI y Enseñanza de las Ciencias; Cecilia Martínez, Prof. De Historia con formación en ESI; Manuel Agulleiro, psicólogo, con formación en ESI; y José Luis Gómez, profesor y licenciado en Historia, especialista y diplomado en áreas vinculadas a Educación.