Sobrevivieron al cierre de la empresa Texcom y conformaron la cooperativa de trabajo “Confeccionistas Unidas Esquel” que ya lleva 18 años. Hace nueve meses que están atravesando la peor crisis. Los pocos ingresos que tienen son destinados al pago del alquiler y de los servicios. Ya no cuentan con materia prima para producir. Se dan fuerzas para no bajar los brazos pero necesitan una ayuda económica para salir adelante.
Los dos primeros meses de cuarentena por la pandemia fueron muy duros para las trabajadoras de la cooperativa textil. No recibían ingresos y sus familias dependían de ellas. Comenzaron a hacer pequeños trabajos en sus domicilios para sobrevivir. Fueron tiempos de mucha angustia e incertidumbre.
Cuando se habilitó la actividad, no había mucho trabajo para hacer ya que la crítica situación afectó a todos por igual y la realidad no cambió mucho en estos últimos meses. “Comenzamos con poco trabajo, después aumentamos un poco y ahora estamos casi igual que cuando terminó la cuarentena porque no tenemos pedidos por cantidad”, contó Silvia Suárez, una de las integrantes de la Cooperativa de Trabajo Confeccionistas Unidas Esquel (CUE) en diálogo con La Portada.
Actualmente los pedidos más frecuentes son los barbijos con logos. Sin embargo Silvia manifestó que hoy no cuentan con materia prima. “Nos hemos quedado sin los colores principales, los que trabajamos a diario, que son el negro, el blanco, el gris y el azul. No nos ha quedado nada y no hay plata para volver a comprar”, señaló.
Con los ingresos que tienen, que no son muchos por la compleja situación, lograron ponerse al día con el pago del alquiler y de los servicios. En tanto lo que queda lo reparten entre las cuatro trabajadores que hoy sostienen el proyecto cooperativo. Dos de sus compañeras de trabajo ya se jubilaron y la tercera se encuentra en su casa a la espera de que la situación mejore. “Tratamos de juntar la plata para los gastos que tenemos y para alguna urgencia”, confió Silvia.
Es una lucha diaria y cada una hace su mayor esfuerzo por ganarla. Algunas de las trabajadoras textiles son sostén de familia y tienen varias deudas acumuladas en sus hogares. “Cuando empezamos a trabajar, después de la pandemia, nos llevamos 5 mil pesos y lo que más llegamos a repartir fue 20 mil pesos para las fiestas. Nos arreglamos con lo que se puede, algunas hacemos arreglos en nuestras casas para tener una entrada más, pero no hacemos una gran diferencia”, expresó.
El panorama no es muy alentador, se vienen los meses de baja producción y será todo un desafío superarlos. “Enero, febrero y marzo son los meses más bajos de producción, es como la temporada baja para nosotras porque no entra ningún tipo de trabajo”, explicó. Hoy se encuentran dedicadas a terminar varios encargos pero saben que sin la materia prima que necesitan no será fácil cumplir con todos. “No tenemos los colores clásicos, el blanco, negro y azul, así que vamos a ver si podemos juntar algo de plata para encargar una pieza de alguno de esos colores para poder hacer el uniforme de los colegios”, planteó.
Una pieza ronda los 30 mil pesos pero hoy no cuentan con los ingresos suficientes para costearla. “Estamos peleándola, no queremos aflojar y nos damos fuerza una a la otra porque es la única fuente de trabajo que tenemos”, sostuvo Silvia.
No han recibido ningún tipo de ayuda del Estado. Presentaron notas ante el municipio, provincia y nación, pero no recibieron respuesta alguna. El atraso en los balances tampoco les ha permitido acceder a algún subsidio.
“Necesitamos una ayuda económica para salir adelante. Necesitamos poder trabajar en enero, febrero y marzo. Tampoco sabemos qué va a pasar con las clases porque eso nos generaría trabajo. Hoy tenemos un montón de tela pero no la que necesitamos”, contó Silvia.
Actualmente el horario de atención es de lunes a viernes de 10 a 16 horas. Realizan confección de ropa y bordados. Los arreglos los hacen en forma particular en sus domicilios bajo un estricto protocolo.
Al finalizar, Silvia aseguró que “hoy lo más importante es poder comprar la tela, porque el alquiler lo costeamos de alguna manera y estamos muy agradecidas con la señora que nos alquila porque nos ha tenido mucha consideración”.