Desolador, devastador, desconsolador, triste. Los adjetivos no alcanzan para describir lo que atraviesan decenas de familias en la zona cordillerana de Epuyén que con el voraz incendio forestal han perdido sus casas y varias pertenencias.
Brigadistas, bomberos voluntarios y personal de diferentes instituciones (municipales, provinciales y nacionales) trabajan a destajo para detener el avance del siniestro ígneo que mantiene en vilo a toda la Comarca Andina, desde el miércoles al mediodía. Ya afectó más 2300 hectáreas y 50 viviendas.
Las pérdidas, al momento, son difíciles de dimensionar y de poner en cifras concretas. Los datos son aún más crudos si se contempla la situación de personas que vieron caer sus viviendas por el arrollador paso del fuego.
Pablo Gatti es uno de esos vecinos, en la zona de La Rinconada. Contó que cuando inicia el foco el miércoles al mediodía, cerca de la Escuela N° 9, se encontraba en el centro de la localidad, lejos de su domicilio.
Recordó que en principio creyó que no pasaría a mayores y que era algo pasajero. Se eqeuivocó. A los pocos minutos agentes de la Policía del Chubut y del municipio empezaron a evacuar el sector. Su preocupación, en ascenso.
“Juntamos lo que pudimos y salimos”, explica. Piensa unos segundos. No quiere quebrarse. Su vivienda fue alcanzada por las llamas. Las imágenes lo dicen todo.
“Era la zona más linda de bosque nativo que quedaba dentro del valle. Lamentablemente se perdió casi en su totalidad”, enfatiza Gatti.
Solo (no es poco) lamenta pérdidas materiales. “Tenemos una superficie de tres hectáreas con dos viviendas y un galpón. Todo se perdió. También el bosque y árboles frutales”, precisa.
El relato es crudo. “Solo quedan los recuerdos”, señala con una amargura lógica, pero con una decidida fuerza ya comienza a pensar en levantar cabeza y salir adelante. No queda otra. Pero lo tiene claro: “El lugar nunca será igual”.
Finalmente, se mostró empático con los vecinos que menos tienen y que han sufrido alguna pérdida.
Nota en desarrollo.