Desde el pasado 20 de marzo, día en que el Ejecutivo Nacional, decretó la cuarentena para intentar minimizar los efectos de la pandemia ocasionada por el COVID-19, los vecinos de la ciudad de Esquel no cuentan con transporte urbano de pasajeros.
Si bien la medida era comprensible en las primeras semanas lo cierto es que al no contar con casos confirmados ni sospechosos se esperaba que la situación comenzara a regularizarse, al menos, en parte y en correlato con otras flexibilizaciones.
Allí surgen nuevos inconvenientes relacionados con concesiones que dejan de serlo, intención de contratar temporalmente a otras empresas no locales, envíos de cartas documento, nuevos funcionarios, reuniones varias en diferentes ámbitos y un sinfín de dimes y diretes que no termina de arribar a una resolución acorde a las actuales circunstancias.
En este ida y vuelta entre las empresas de transporte, poder concedente (Municipio) y el Concejo Deliberante el eje no debe perderse de vista: los vecinos que requieren del servicio porque a nadie se le escapa del análisis que la ciudad creció y que desplazarse a pie ya no es una opción viable.
Pagar a diario, para concurrir a trabajar, hacer compras o trámites, el costo de un taxi o remis es – literalmente – imposible para muchísimos vecinos ya afectados económicamente por la crisis económica provincial a la cual hay que sumar el impacto de la cuarentena y actualmente del distanciamiento social.
A los vecinos también debe sumarse la consideración que merecen los trabajadores de las empresas que prestaban servicio y en la clara necesidad de conservar sus fuentes de trabajo.
Las discusiones y las diferencias entre unos y otros no deben hacer perder de vista lo verdaderamente importante. Este es – sin dudas – el desafío en un momento clave para la vida de cientos de familias.