Con la llegada de las fiestas, el consumo de carnes aumenta y con ello la faena clandestina. A fin de garantizar el buen estado de los alimentos, la Dirección de Bromatología incrementó los controles en las carnicerías locales. Mientras que Gendarmería y la Policía del Chubut hizo lo propio en los accesos a la ciudad.
Benjamín Lobos, director de Bromatología de la Municipalidad de Esquel, explicó en diálogo con La Portada que la carne debe contar con su correspondiente sello. “Esto nos garantiza que la carne pasó por un frigorífico y que un veterinario revisó el animal, su buen estado de salud como sus papeles”, indicó.
De esta manera confirmó que en esta época del año, ante la llegada de las fiestas, Bromatología intensificó los controles en las carnicerías como también en la venta ambulante.
El funcionario informó que días atrás capturaron un capón sin sello, que fue donado el viernes pasado a una institución de bien público luego de constatar su buen estado. “La ciencia y los organismos internacionales indican que no se puede tirar más comida, así que mientras yo esté al frente de Bromatología todo alimento que entre a nuestra oficina será revisado y donado en caso que pueda serlo”, expresó.
Seguidamente manifestó que no ha habido grandes resultados positivos de faena clandestina en la ciudad, aunque aclaró que la mayor tasa de secuestro de animales sin sello lo tiene Gendarmería y la Policía que realizan los controles en la ruta. “Sabemos que es una época donde mucha gente elige ir directamente a las chacras a comprar los animales, pero la observación que nosotros hacemos es que se mantiene en términos relativos al resto del año. De todas maneras no hay que dejar de intensificar los controles y hacer las cosas como se deben”, declaró.
Destacó, además, que “los carniceros de la ciudad están tomando conciencia de lo que implica vender carne sin sello así que no hemos obtenido grandes resultados”. Mientras que contó que la semana pasada se brindó una charla sobre manipulación de alimentos para carniceros que contó con la presencia de las carnicerías más importantes. “Consideramos que una manera de disminuir la tasa de faena informal es educando a los carniceros para que laburen mejor. Eso le da un valor agregado a la carne que se vende en la carnicería y también se lo queremos transmitir a los consumidores porque por ahorrarse unos pesos ponen en riesgo su salud”, reflexionó.
Venta ambulante
Con respecto a los vendedores ambulantes, Lobos expresó que “con la corta experiencia que tengo ya los conozco así que los llamamos, le preguntamos si piensan salir este año, cómo está si cocina, si la habilitamos como sala de elaboración a pequeña escala o si les danos un lugar en alguna cocina comunitaria para que puedan empezar a producir ahí”.
En este sentido sostuvo que “no restringimos la venta ambulante si no hacemos que esas personas se regularicen y puedan salir a vender sus productos. Como somos una ciudad turística, la oferta gastronómica también es parte del producto turístico”.
Además opinó que “no vemos mal que se venda comida de manera ambulante siempre y cuando se haga con todos los controles que tiene que tener. Nosotros entendemos que la gente tiene que trabajar pero también que los consumidores tienen derecho a consumir comida sana y producida bajo estándares que les permitan nutrirse correctamente y no enfermarse”.