En diálogo con diario La Portada, la doctora Angelita Martínez, docente de la Universidad Nacional de La Plata  (UNLP), analizó un tema que está de moda: el lenguaje inclusivo. Consideró que es un fenómeno interesante para estudiar y sostuvo que los expertos de la lengua no deben escaparle al debate.

Para muchos resulta hasta ridículo escuchar “chiques”, “todes”, “elles”, “amigues”. Despegándose de los cuestionamientos los más jóvenes -sobre todo- comienzan a tomarse cada vez más en serio la discusión por el uso del masculino como genérico. Sin ataduras, salen en búsqueda de un lenguaje menos violento, más justo y que no excluya.

Angelita Martínez, profesora de amplia trayectoria y sobrados conocimientos en la materia, visitó la ciudad de Esquel para participar de la primera jornada de literatura, organizada por el Instituto Superior de Formación Docente (ISPFD) N° 809. Coordinó ponencias, participó de exposiciones y disfrutó de tres intentos días a la par de alumnos y público en general.

En una entrevista concedida a este medio, habló sobre la noción de lenguaje inclusivo y aseguró que siempre “detrás de los cambios lingüísticos hay una necesidad comunicativa”. Esta docente de la Universidad Nacional de La Plata entiende que aún es pronto para aventurar si es un fenómeno de corte temporal o si llegó para quedarse.

Dejó en claro que las modificaciones en el lenguaje humano han sido una constante a lo largo de la historia. Resaltó que es dinámico y por lo tanto muta, no es estático y se retroalimenta.

No soy quién para juzgar y decir si está bien o mal. De lo que sí estoy segura es que los cambios lingüísticos son impredecibles”, señaló.

Indicó que de prosperar será sólo de manera “sistemática”, aunque todavía -reiteró- es temprano para arriesgar sentencia.

Explicó que en la actualidad “decimos suicidamos, lo desaparecieron y lo fueron. Son verbos que tradicionalmente eran considerados intransitivos y que cambiaron por necesidades comunicativas”.

Aseveró que la suerte del “lenguaje inclusivo” está en manos de la propia comunidad. “Si lo acepta y lo interpreta avanzará”, enfatizó.

A su vez, destacó que quienes cuestionan el uso del masculino como genérico “son consientes que  interpelan al lenguaje. Eso genera tensión. Si no se interpelara el lenguaje el cambio pasaría desapercibido”.